Toda la ciudad tiene una gran armonía en su estructura, está perfectamente cuadriculada y ordenada por numeritos. ¡Qué manera tan elegante de hacer la vida más fácil! Y no como en nuestra querida tierra, dónde los debates sobre los nombres de calles, colegios y plazas hacen sacar lo peor de nosotros... Viejas heridas sin cerrar, fervores ideológicos, sexismo o lo contrario, politiqueo barato... y encima haciendo alarde de la tremenda incultura que nos caracteriza. Mucha gente no sabe si el señor de su calle fue un general sanguinario o un poeta romántico, y lo más triste es que ni le importa.
Y aquí tenéis al famoso pollo, posando feliz en la cornisa más selecta de todo el planeta, disfrutando de la mañana y acompañando a los turistas. Con lo estupendos que son los yankees, seguro que sus palomas cagan rosas...
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