lunes, 2 de noviembre de 2009

¡Yo quiero vivir en Farm Ville!

Eso me dijo la Marian el otro día.

Mi madre me suele contar que de pequeña yo quería ser granjera. Tenía planeado vivir en una granja con vaquitas, cerditos, patitos y pollitos. Y también con muchos hijitos. Mi madre me decía "¿y si tu marido no quiere?", y yo le contestaba "pues que se vaya".

domingo, 1 de noviembre de 2009

Definitivamente estabilidad no...

... es la palabra, no. El 2008 fue un año malo pero el 2009 está siendo un año raro, raro... No entiendo como Quen sigue conmigo y me soporta. Ni si quiera sé cómo mi gato me soporta.

Me costó mucho tiempo superar lo de Localia, y eso que las últimas semanas junto a Laura fueron una agonía. A veces nos daba la modorra y nos poníamos las dos a llorar, vaya cuadro. Un fortuito accidente domestico me inhabilitó la mano con la que tenía que firmar el contrato en Sogecable, vayapordiox, así que el mundo de las escaletas siguió adelante sin mí.

Y fueron unos meses inolvidables. Descubrí cuánto me gustaba ser ama de casa, irme con las vecinas al mercado, a la tintorería, charlar en el portal con los vecinos y sus perros, y recibir a mi maridito con una estupenda cena después de su dura jornada. Tenía mucho tiempo para leer, escribir, pasear y pensar. Y también tenía tiempo para perderlo. Ala, de sobra.

Pero el dinero se acaba y, aunque no da la felicidad, si da luz, agua, gas, intenné, y más cosas, así que me fui con Noe a trabajar para Hacienda durante la campaña de la declaración de la renta. De teleoperadoras, por supuesto. Vaya experiencia. No es el trabajo de mis sueños... no es el trabajo de los sueños de nadie. Aguantar a según qué personas es un horror y además pagan muy poco, pero me alegro de haberlo vivido. Y lo haría de nuevo. Dejando a un lado a los impertinentes, a los groseros y a los ignorantes, descubres todo un mundo de personas de lo más curioso. Gente que vive en cuevas, en barcos, con el marido en prisión, hombres y mujeres de otros países intentando pedir cita sin entender apenas castellano... Algunas historias eran de película. O más surrealistas que en las propias películas. Fascinante.

Aquello duró hasta finales de junio. Además del máster en sociología aplicada a los impuestos de la clase obrera (los ricos no nos llamaban, tienen un gestor), también aprendí algunas cositas sobre declaraciones de renta, si, eso que también es fascinante... Y las compañeras eran unos soles.

Después llegaron las vacaciones. Quentin y yo nos fuimos de camping a San Vicente de la Barquera. Tienen una playa preciosa y larguísima para dar paseos, el agua estaba helada pero me bañé todos los días, y Quen me descubrió la madriguera del Rey Cangrejo, ¡oh! Tuvimos suerte con el tiempo, soló diluvió dos días, los cuales aprovechamos para comernos una parrillada de mar y tierra (un día) y una paella de marisco repleta de cigalas (el otro). Todo eso regadito con rioja, y como somos unos blandos, nos pillamos una moña muy simpática.

También hubo visita oficial a los pueblos. Primero al pueblo de Mari, Riocerezo, y después a casa de mis padres en Biescas. En ambos sitios nos cebaron y nos cuidaron de lujo. Nos fuimos a dar paseos por las montañas, el río, la charca, las calles del pueblo... Y en las horas de la siesta Quen y yo nos pasamos el Runaway 1 y 2. ¡Planazo! Por cierto, a ver si sale ya el 3...

Entonces llegó el mensaje. Un mensaje de mi antiguo profesor de cine de Metrópolis, proponiéndome una historia la mar de interesante, ser ayudante de Script en una serie para Globomedia. Por supuesto que sí. Y en eso ando enfrascada ahora mismo. Llevamos mes y medio de grabación y tengo chorrocientas historias que contar, pero eso ya para otro día.

Desde que tuve la entrevista hasta que empecé a currar pasó otro mes, que aproveché para leerme todos los libros de Harry Potter. Me quedé a mitad del siete, ¡por qué poco! Y sólo puedo deciros que amo con locura a mis niños, a Harry, a Ron y a Hermione. Sobre todo a Ron (siempre tiene que haber un favorito, no?). He vivido con ellos un mes plagado de aventuras fascinantes, hemos descubierto secretos, matado monstruos, nos hemos enamorado y sobre todo nos hemos reído un montón. Y les echo de menos... En cuanto tenga más de un día seguido libre terminaré el siete, que me mira amenazante desde la mesilla... Pero es que cuando me lo acabe ya no habrá más... ¿Qué hago? Sniff...

Escribir ha sido una bonita manera de superar el síndrome del dominguero (del domingo por la tarde cuando te das cuenta de que, vaya, ya casi es lunes, joder). Igual repito.