viernes, 24 de febrero de 2017

Querida mamá: cumpleaños del abuelo

Querida mamá,

hoy es 24 de febrero, cumpleaños de tu querido padre Matías. Hoy habría cumplido 92 años, nada menos. Me acuerdo mucho de él, y de ti cada momento. Me alegra pensar que, de alguna manera, volvéis a estar juntos. Siempre fuiste su niña.

No te imaginas el revuelo que se montó el otro día en Facebook cuando compartí tu carta: recibí más de setenta interacciones y un montón de mensajes de cariño, fue muy emocionante. Como ves, me rodeo de buena gente que me quiere y se preocupa por mí. Y me consta que a ti también te querían y te admiraban, y sienten muchísimo tu muerte.

Por tu velatorio pasaron más de mil personas, y eso que hubo mucha gente que, aunque quiso, no pudo venir. Nos sentimos muy queridos y arropados; la verdad es que gracias a todas estas personas el día se hizo algo más llevadero. Sin duda dejaste huella, tu paso por la vida fue de lo más intenso, pues sembraste amor allá donde fuiste y así nos está siendo devuelto. Estamos muy agradecidos, cada una de estas personas es un verdadero regalo.

Te hará gracia saber que, a pesar de la gravedad del momento, no faltaron los cuatro listillos maleducados que soltaron comentarios estúpidos del estilo "es que fumaba mucho" o "claro, es que no se cuidaba". Me pareció tan surrealista oír aquello en esas circunstancias que no supe reaccionar. Al recordarlo a los pocos días, me invadió la rabia. Pero ahora lo pienso y ya no me importa, de hecho siento lástima por ellos. Por tener una existencia tan anodina y porque está claro que no te conocieron. ¡Lo que se han perdido!

Al día siguiente, celebramos tu funeral en la capilla más grande de Torrero, y no todo el mundo tuvo asiento. Vamos, que te fuiste por todo lo alto. La ceremonia fue preciosa, te habría encantado. Las lecturas muy emotivas, y la homilía tan acertada... como si el sacerdote te conociese de toda la vida. Es un buen amigo de Ignacio (a quien tu muerte sorprendió en Tierra Santa) y seguro que se deshizo en elogios al hablarle de ti. Mira si te conocían bien Ignacio y su amigo el sacerdote, que eligieron para ti la siguiente lectura:

El óbolo de la viuda - Alzando la mirada, vio a unos ricos que echaban sus donativos en el arca del Tesoro; vio también a una viuda pobre que echaba allí dos moneditas, y dijo: "De verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos. Porque todos estos han echado como donativo de lo que les sobraba, ésta en cambio ha echado de lo que necesitaba, todo cuanto tenía para vivir", (Mc. 12 41-44).

Así has sido tú, la mujer más generosa que he conocido, pues dedicaste tu vida a tu familia y a tu comunidad. Te estaré eternamente agradecida. De hecho, tus cenizas reposan en la parte vieja del cementerio, junto a las de tu padre Matías, en esa zona tan preciosa llamada "Plaza del voluntariado". Qué acertadísimo nombre.

El sacerdote amigo de Ignacio nos insitió en que, aunque ahora fuese difícil de creer, el amor que hemos sentido por ti mientras vivías se iría multiplicando cada día a partir de tu muerte, y no le faltaba razón. Cada día que pasa, la desazón se va diluyendo. La tristeza no se va, pero el amor por ti crece y crece. Te quiero con locura, mamá.


lunes, 20 de febrero de 2017

Querida mamá: tres meses

Querida mamá,

hoy se cumplen tres meses desde tu muerte. Te echo mucho de menos. No te puedes imaginar el dolor me que supone no poder verte, tocarte, llamarte para alegrarte la tarde contándote mis tonterías. Por eso te mando esta carta. De alguna manera, sé que la leerás.

Son muchos los días en los que me apetecería encerrarme en casa y llorar y llorar y lamentar tu ausencia. Pero te voy a ser sincera: ¡no tengo tiempo! Desde que te fuiste, he puesto mucho empeño en rodearme de buena gente, auténticos regalos que me ha dado la vida. A algunas de estas personas las conocía desde hace años, otras son novedades. Quiero que sepas que, gracias a ellas, estoy metida de lleno en una serie de aventuras apasionantes, construyendo un futuro precioso. Sin duda, estarás muy orgullosa. Siempre lo has estado.

Tú que me conoces, puedes imaginar cómo salgo de casa cada mañana: con energía, paso firme y una enorme sonrisa en la cara. No son pocas las personas a las que esto les extraña. Algunas me miran con lástima y tratan de consolarme, pues creen entender que la procesión va por dentro. Otras intentan encontrar el lado positivo, y suelo responderles que eso no existe. Bueno, según el grado de confianza, claro. Si no es mucha, solo asiento, doy las gracias y me alejo. Incluso ha habido personas que han pretendido convencerme de que tu muerte era una lección de la vida que me haría aprender y crecer como persona. Sé que esto último te estará haciendo mucha gracia. Si cierro los ojos, soy capaz de escuchar tu carcajada.

Estas personas no deben saber que, cuando se muere una madre, no hay consuelo posible. Primero la tristeza te invade, luego se anida muy dentro, y después, nunca más se va. Está ahí dentro para siempre. Yo, que soy una mujer fuerte, optimista, que jamás me rindo y que siempre encuentro la manera de sobreponerme ante la adversidad, puedo afirmar con total seguridad que no hay absolutamente nada positivo en la muerte de una madre, sobre todo si esa madre eres tú. Pero, a pesar de todo, soy muy feliz. Feliz de verdad.

Mamá, tú no me diste una lección con tu muerte, sino con tu vida. Tú me enseñaste a vivir y a amar intensamente. Tú hiciste de nuestro mundo un lugar mejor con tu generosidad, tu bondad, tu tenacidad, tu honestidad. Viviste anteponiendo las necesidades de los demás a las tuyas propias. Cuidaste, amaste, sembraste y recogiste. Tuviste una existencia trascendente y cambiaste la vida de todos los que tuvimos la suerte de conocerte. Perderte ha sido una auténtica putada.

Esta cita no la llegamos a compartir nunca, pero la he leído por ahí y sé que sería de tu agrado: Aléjate de las personas que tratan de menospreciar tus ambiciones. La gente pequeña siempre hace eso, pero los verdaderamente grandes te hacen sentir que tú también puedes ser grande. Mark Twain.

martes, 7 de febrero de 2017

Sobre los perfumes prestados

Con la reciente celebración de la gala de los Premios Goya, cuya principal patrocinadora es la compañía de perfumes Saphir, me viene a la cabeza una pequeña anécdota.

El año pasado mi padre acudió junto a su hermano, mi tío Jesús, a una rueda de prensa encabezada por Antonio Resines (el entonces presidente de la Academia de cine) en la cual se presentaba de forma oficial a esta empresa aragonesa como patrocinadora de los Goya 2016. Todos los asistentes fueron obsequiados con dos frascos de perfume Saphir (para ella y para él).

Mi padre vino muy contento de aquel evento, fue toda una experiencia y, mientras nos lo contaba en la cocina, yo abrí la bolsa de regalo para husmear en su interior. Al ver un perfume lo quise probar, por curiosidad, pero mi madre me pilló y me dijo: "Ah, no, este no te lo quedas, este es mío". Le respondí que no pensaba quedármelo (¡menuda fama tengo!), pues era consciente de que mi madre bien poco gastaba en ella. Los perfumes caros los compraba para mí. 

Un año después de esta historia, mi padre me ha dado aquel frasco de Saphir de mi madre. Al final ha acabado en mis manos. Pero no me lo quiero quedar.

Tranquila, mamá, que sólo te lo cojo prestado.