martes, 14 de diciembre de 2010

Podría ser peor

Normalmente, cuando vamos por la autovía y tenemos tres horas de asfalto por delante, aprovecho para darle la matraca a David con todas mis teorías existenciales, planes de futuro, recuerdos de la infancia o cotilleos varios. Otras veces lo acribillo a preguntas comprometidas, ya que no tiene escapatoria, pero no lo hago a menudo, no vaya a ponerse nervioso y nos estocinemos contra un camión. También solemos cantar canciones Disney con coreografía y todo, para que alucinen el resto de conductores, e incluso nos inventamos juegos. No se quejará de viajes amenos. Uno de los juegos ha venido a mi memoria recientemente, y he decidido exponerlo aquí para haceros partícipes también.

Estos días están siendo complicados ya que estoy recibiendo una formación para un trabajo que me importa un pimiento y además algunos de mis compañeros de clase son unos marcianos -se merecen un post a parte-. La Rami y yo nos preguntamos a diario ¿pero qué demonios hacemos aquí? La respuesta es simple: dinero. Así que a pesar de todo vamos a intentar tomárnoslo con humor.

El juego que inventé con David consiste en crear una lista con los trabajos más horribles del mundo. Valen horribles del tipo qué coñazo, no los haría ni borracho, físicamente duros o rematadamente absurdos. Después por votación popular se elige el más peor y el que lo dijo gana. Como en el un, dos, tres, por veinticinco pesetas:

- pintar las rayas de la carretera
- operar de próstata a un elefante
- limpiar un puticlub
- empaquetar barajas
- vender enciclopedias por teléfono
- desmontar letrinas o baños químicos o como se llamen esas casetas verdes apestosas
- cobrar el peaje de la autovía de madrugada
- desinsectar pisos desahuciados
- barrer una plaza después de un botellón
- maquillar cadáveres
- conducir un coche fúnebre
- trabajar en una mina
- asfaltar carreteras
- vigilar un faro
- recoger percebes
- diseñar el estampado del papel de cocina, ese de las tacitas y las manzanas con caras
- apretar un tornillo en una cadena de montaje
- repartir las bombonas de butano
- cualquier cosa que implique entrar en una alcantarilla
- separar la basura para reciclar
- vender biblias de puerta en puerta
- redactar el BOE
- limpiar los cristales de un rascacielos
- arreglar una antena del campamento base en la Antártida
- colocar los paneles indicadores del camino en el Kilimanjaro
- repartir panfletos disfrazado de salchicha gigante
- limpiar el polvo de una tienda de belenes
- hacer de travelo yonki en una peli de Almodóvar
- ser poli en el Bronx
- regentar una joyería en Villaverde
- realizar análisis de orina y heces
- disfrazarse de Pluto en Disneylandia

¡Y el caso es que alguien lo tendrá que hacer! Esas personas se están ganando el cielo.

Poned vuestras ideas en comentarios y vamos ampliando la lista :)

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sobre el alma

El alma es un concepto que, a lo largo de la historia de la humanidad, ha originado multitud de debates filosóficos en torno a una serie de cuestiones y planteamientos profundos como su definición, su estado, si es inherente a cada ser humano o si por el contrario migra y evoluciona hasta alcanzar un rango superior e incluso si es inmortal. Yo de filosofía no he aprendido más que cuatro conceptos básicos así que no sabría que opinar al respecto.

El otro día iba paseando por la calle pensando en mis tonterías para nada trascendentales dispuesta a entregar unos cuantos currículums por ahí, por si alguno cuela. En la otra acera vi a un hombre arrodillado con la cabeza agachada, el pelo blanco y un jersey rojo muy viejo. A su lado había un cartón con letras negras que decían Por el amor de Dios. Mientras cruzaba de acera me llevé instintivamente la mano al bolso y saqué el monedero. No sé por qué este buen hombre me impactó más que otros, ya que no es nada extraño ver a gente pidiendo por el centro. Ni si quiera lo pensé. Deposité un euro en su vasito de plástico y en ese momento el hombre me miró y me dio las gracias de corazón. Se me encogió el estómago y me sentí ruin. Un maldito euro. Y ni si quiera fui capaz de sostenerle la mirada. Sólo sonreí, pero en seguida giré la cara y seguí mi camino. Por supuesto me eché a llorar como una idiota, y tuve que aguantar las miradas marcianas de los viandantes.

Yo no sé mucho de filosofía. Lo que sí se es que algo se me calló a los pies.