sábado, 26 de enero de 2013

Sobre el profesor educador

Estas son unas observaciones que redacté tras leer el capítulo El profesor educador del libro Ser profesor, una mirada al alumno, de Pedro Morales Vallejo. Debido a que me encuentro en pleno proceso de inmersión en el fascinante mundo de la docencia, y estoy aprendiendo un montón de cosas, me ha apetecido compartir mi análisis con vosotros. Si pincháis en los enlaces podréis acceder al texto completo, así como a la web del autor.

El profesor educador de Pedro Morales Vallejo me ha hecho reflexionar sobre la esencia de la profesión docente y las pautas a seguir para desempeñar una labor educativa eficaz y satisfactoria en el aula.

Aunque es evidente que no existe un listado de normas infalibles, ni nada parecido a un decálogo del profesor ideal, si que quedan recogidas en este capítulo una serie de actitudes clave que nos ayudarán a los futuros docentes a ejercer una influencia positiva en nuestros alumnos y a conseguir un proceso de enseñanza-aprendizaje fluido y gratificante, motivando a nuestros alumnos para que consigan sus metas, esperando grandes cosas de ellos y mostrando una actitud de entrega y dedicación hacia ellos. A fin de cuentas, la enseñanza es
una profesión vocacional y si algún docente no lo siente así, nunca será un educador, ni tampoco un buen profesor.

El buen profesor debe evitar los prejuicios, para lo cual debe tomar conciencia de que todos sus alumnos tienen el mismo derecho a ser educados, todos necesitan en mayor o menor medida la orientación del profesor y todos pueden llegar a ser adultos brillantes. No se trata
sólo de formar en determinado campo académico; se trata de orientar a los alumnos para que se desarrollen como personas independientes, maduras, con espíritu crítico; de dotarlos de herramientas para que sepan desenvolverse en la vida de manera satisfactoria y puedan alcanzar el éxito.

Esto es especialmente importante si se trabaja con adolescentes, ya que se encuentran en pleno proceso de desarrollo psicosocial y afectivo, están definiendo su personalidad y se están empezando a plantear qué quieren realmente en la vida. Una mala intervención de un
educador durante la adolescencia puede repercutir de manera muy negativa en el alumno, pudiendo llegar a marcarle de por vida. La realidad es que los docentes no pueden limitarse a ser profesores de contenido, ya que los alumnos pasan un gran número de horas en los
centros escolares y toman a los profesores como modelos de referencia. De ahí la importancia de que los docentes eduquen en valores, tanto de manera directa como indirecta, mediante su actitud en el aula.

Desde mi dilatada experiencia como alumna, puedo afirmar que me he encontrado con muchos de los casos y ejemplos que nombra el autor del escrito.

En algunas ocasiones, la pasión con la que un profesor ha guiado mis pasos hacia el aprendizaje de unos contenidos ha hecho que sintiera fascinación por su materia, y gracias a su interés y su actitud me he considerado capaz de alcanzar el éxito, descubriendo con
satisfacción que podría llegar a ser realmente buena en ese campo profesional, aumentando mi autoestima y mi seguridad en la vida.

Sin embargo, y por desgracia, estos han sido unos pocos. Son muchos los profesores que han pasado por mi vida sin dejar huella, no tanto por su actitud negativa, sino por la ausencia de cualquier tipo de relación o interés por ambas partes. También los ha habido que han
provocado en mí el efecto opuesto al del buen profesor descrito en este libro. A base de desprecios, exigencias carentes de sentido (o al menos, no explicadas correctamente al alumnado) y calificaciones injustas consiguieron desmotivarme hasta el punto de llegar a
aborrecer sus materias, cuando ellas por sí mismas no eran en principio aborrecibles, haciéndome sentir que era “mala” en algo, lo cual puede llegar a resultar muy frustrante a pesar de no ser cierto.

Curiosamente, incluso en el máster de formación de docentes podemos encontrar a algún profesor que no se preocupa de mucho más que de dar su contenido, indiferente a las situaciones personales de sus alumnos, y que emplea unas metodologías cuestionables. Pero
como de todas las experiencias de la vida podemos obtener una lección, consideraré que este tipo de profesor al menos me está mostrando cómo no debo proceder cuando sea docente, si realmente quiero conseguir que mis alumnos disfruten de una experiencia educativa plena.

Desde mi corta experiencia como docente he de decir que me siento más segura y satisfecha con mis clases cuando establezco buenas relaciones con mis alumnos. Como afirma el autor del libro, esto no siempre es sencillo, pero la intención de lo que quiero ser siempre está ahí. Todos cometemos errores, y la clave está en no negarlos, sino en aprender de ellos, para ser cada vez mejores profesionales. Por tanto, también considero que una relación justa y honesta con los alumnos es la esencia del profesor educador, intentando que así lo perciban los estudiantes, puesto que no se trata sólo de ser un buen profesor, sino de demostrarlo.

sábado, 19 de enero de 2013

Sobre el paro

Esta semana, abrumada entre trabajos y exámenes, se me acercó uno de mis profesores para decirme que había curioseado mi perfil en LinkedIn, y que le había sorprendido mi curriculum, por la cantidad de cosas que había hecho en mi corta vida; que estaba muy bien. Un simple comentario como ese ha hecho que vuelva a coger las riendas de mi vida con mucha más energía y entusiasmo.

Pues eso, que os paréis unos minutos a pensar. Que igual no tenemos trabajo, pero sabemos muchas cosas. De hecho, no creo que seamos conscientes de todo lo que sabemos. Y además hemos acumulado montones de experiencias que nos han permitido desarrollarnos como buenas personas, responsables, autónomas, libres y críticas. Y eso no nos lo va a quitar nadie.

Mientras tengamos eso claro en la cabeza, nada conseguirá derrotarnos. Así que ya podéis salir a la calle con ilusión, en busca de vuestros sueños, que por ahí andan. No os rindáis. Y sobre todo, ¡arriba ese ánimo!

Ha llegado a mi una cita de William James: "el pájaro no canta porque esté feliz, está feliz porque canta". Me viene de maravilla para presentaros este vídeo que circula por la red, batiendo records de reproducciones, y que me ha encantado.

Flashmob en una oficina del paro de Madrid (Carne Cruda 2.0)



Era inevitable que me emocionara con algo así.

No olvidéis que las nubes no están ahí siempre. Con el tiempo se van y permiten al sol brillar con toda su intensidad.