viernes, 26 de noviembre de 2010

Sobre los extraños

Muchos de vosotros ya conocíais mi singular habilidad para hacer amigos, así como de entablar conversaciones con extraños. En la verdulería, en el metro, en la cola del banco o simplemente paseando por la calle me han ocurrido cientos de anécdotas con personas la mar de interesantes. El mundo está lleno de gente maja, y un poco loca, la verdad, por eso merece la pena estar atento a las señales, siempre puedes aprender cosas curiosas o pasar un rato agradable.

El otro día volvía del centro en autobús. Iba pensando en mis tonterías habituales cuando de repente nos paramos en un semáforo, en frente de un mesón que lucía en la puerta un llamativo cartel escrito a mano con rotulador rojo, hoy cocido 15 euros.

La abuela que iba a sentada a mi lado soltó un aspaviento. Madre mía, un cocido 15 euros. Y me miró... Desconozco el motivo por el cual atraigo tanto a las abuelas. Me resulta todo un misterio. Será porque tengo pinta de la nieta perfecta, o quizá es que les guste mi colonia... El caso es que le devolví la mirada, y asentí. Ella seguía farfullando. Hay que ver, cómo se pasan, 15 euros por un cocido. Para salir del paso le contesté que bueno, que si era con sopa y todo... Que no hija que no, si un cocido total es un poco de puerro, y un puñao de garbanzos que cuestan cuatro duros. Le dí la razón, qué más podía hacer. Claro, claro, total unos garbanzos, sabiendo que estaba dando pie a una larga disertación sobre cocidos. No me equivoqué. Me explicó como se pueden aprovechar los restos de un jamón, que si la berza, que si en la olla en un momento, y lo mismo pa cuatro que pa cuarenta, que si bla bla, orgullosa de su guiso, y a todo esto ya que pasaba por allí se iba a bajar donde el lidel a comprar pescado que hoy es martes y toca. Me deseó un buen viaje y me dedicó una sincera sonrisa. Cuando bajó del autobús aún la miré un largo rato. No sé si tendrá muchas visitas, amigas, nietos, o marido. El caso es que la mujer necesitaba hablar con alguien. Espero que se quedara a gusto.

Ya casi llegando a mi parada me levanté para pulsar el botón y me crucé con una madre y su hijito. El niño iba la mar de contento, mirando a todas partes, canturreando y tocándolo todo. Conseguí captar su atención sacando la lengua, le hice unas cuantas monerías, me miró como a un marciano pero al final se echó a reír (de mí supongo). Y luego me imaginé lo divertido que sería tener un hijo y sacarlo a pasear. A lo largo del día seguro que te cruzas con una docena de personas que se te paran a hacer el gilipuertas y a hablar con voz de idiota. Todo un espectáculo.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Sobre mi casa

Hoy es el último día que paso en mi casa. Había imaginado este momento cientos de veces; qué bien nos engañan las películas, a la hora de la verdad la vida es mucho más sosa. No hay despedidas apasionadas, ni música de fondo, ni planos detalle de los rincones más emotivos, ni por supuesto flashbacks de los momentos entrañables aquí vividos.

Ahora me dirijo hacia la cocina y examino los detalles que tanto he aborrecido y que, aunque parezca absurdo, a mi manera los voy a echar de menos. A fin de cuentas es mi primera casa (que no mi primer piso). Llevo más de tres años quejándome de las paredes desconchadas, los muebles viejos y feos, la cocina pequeña y destartalada, el grifo que gotea, los enchufes sueltos, la ducha sin fuelle, la falta de espacio... Sé que el cambio va a ser a mucho mejor, eso sin duda, pero nunca olvidaré los llantos y las risas a partes iguales que estos desperfectos me han provocado. Nunca olvidaré lo feliz que he sido aquí, y todo gracias a la gente que ha compartido conmigo este lugar tan especial.

Todo comenzó una noche de julio, con mi padre y la fatídica anécdota de la bicha. Esa noche sí que reí y y lloré como una histérica. Fue una entrada por todo lo alto, con Ahmed subiendo cajas y más cajas y una bicicleta estática. Después, con Laura y las vecinas vinieron las jornadas de bricomanía, decoración, chapa y pintura. Varios viajes al Ikea y cientos de llamadas surrealistas con gritos y cabreos para dar de alta Internet. Conocimos el barrio, a nuestros pintorescos vecinos y decidimos ampliar la familia con dos lindos gatitos. Los amigos entraban y salían como en un hostal. Cenas, cervezas, películas, juegos de mesa, noches que acaban de día, rolletes y algún que otro romance. David le cogió tanto cariño a la casa que decidió venir para quedarse.

La casa dio un giro hacia la edad adulta. Aunque tenemos cientos de juguetes y muñequitos, incorporamos al dormitorio una cama de matrimonio. La primera de nuestras vidas. Qué risa nos daba esa palabra. Bajo este techo hemos vivido momentos inolvidables y, sobre todo, hemos soñado despiertos, hemos imaginando el maravilloso futuro que nos espera juntos, haciendo planes y tomando decisiones, la última de las cuales nos ha llevado a clausurar esta etapa. Hoy es mi último día aquí.

Tengo dos maletas enormes abiertas pero vacías. No sé ni por dónde empezar. En principio sólo debería llevarme lo imprescindible, a fin de cuentas en casa de mis padres tengo todo lo necesario y el terrorífico momento de la mudanza ya llegará. Prefiero no pensar en ello todavía porque me dan los siete males. Así que supongo que sólo meteré ropa, bolsos y zapatos. Si todo sale bien, la mudanza será pronto, y yo ya no volveré por aquí. Solo para meter cosas en cajas. Supongo que para David tiene que ser más triste, a fin de cuentas se queda aquí solo esperando la señal para partir. Ayer le preparé varios guisos y los guardé en el congelador, siento que sobre mí recae la responsabilidad de su buena alimentación, aunque me encuentre a 300 kilómetros. Y sigo sintiendo que me olvido de algo importante. Bueno, no será tan importante.

El lunes tengo una entrevista y estoy muy nerviosa. Quiero hacer las cosas bien. Sé que soy capaz, y además ya me va tocando un pequeño golpe de suerte. En cuanto encuentre un trabajo sé que todo irá a mejor. La casita nueva, la familia cerca y los amigos de toda la vida. Espero que los de fuera os animéis a visitarnos. Ya sabéis que las puertas de mi casa siempre van a estar abiertas.

Madrid, fuiste la ciudad de mis sueños y te voy a echar mucho de menos. Vine aquí hace más de 9 años con una maleta repleta de ilusión. Ahora me voy con un chico maravilloso y todo un mundo de sueños nuevos junto a él.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Sobre las noches

Anoche, mientras el Rey de la Sal y sus vasallos, los Hombres de las Islas de Hierro, izaban las velas de sus barcoluengos dispuestos a conquistar las tierras verdes, me empezaron a escocer los ojillos. ¡Madre mía, si son casi las tres de la mañana! Será mejor que apague la luz y me acueste.

Dejé el libro en la mesilla y le dí un achuchón a David. Después de acomodarme, se giró y me puso la mano en el hombro.

D: Paciencia.
I: ¿Paciencia? ¿Quién?

David levantó el brazo y me señaló.

I: ¿Paciencia yo? ¿Por qué?
D: Mshhporqu....tas...dibujangnnnfffss...
I: ¿Perdón?
D: msshh... Porque estásh dibujando coshitas zzz....

:)

¡Te voy a echar de menos! No quiero imaginarme cuántas noches voy a estar sin ti. Sólo espero que todo esto pase rápido, que vayan saliendo bien las cosas, que tengamos suerte, que nos la merecemos, y que pronto podamos aburrirnos en nuestra nueva rutina particular. ¡Te quiero, pequeño!