miércoles, 11 de enero de 2017

Sobre los hombres de rosa

Ayer en clase mi alumno practicaba la división con un puñado de bolis bic. Si tengo siete bolis y los divido entre dos... tocamos a... El crío empieza a repartir los bolis, uno para mí y otro para él. De repente, se da cuenta de que en su montón está el bic rosa.

- ¿Me lo cambias? Es que no me gusta.
- ¿Por qué no te gusta?
- Es que es rosa.
- ¿Y qué tiene de malo el rosa?
- Que es un color de niñas.
- Jajaja, eso no es verdad. ¿Quién te ha dicho esa tontería?
- No sé, la gente.
- La gente no tiene ni idea. A Cristiano le gusta el rosa.
- (Risitas). No me lo creo...

Busco en Google: Equipación del Madrid rosa.
Ojos como platos.

- ¿Ahora ya te gusta más el rosa?
- ¡Síiiiiii!

Me gustan los hombretones de rosa 😎


lunes, 9 de enero de 2017

Sobre mis feminismos

A pesar de la creciente oleada de machismo (o postmachismo) que estamos viviendo y de que las desigualdades por motivos de género son todavía una realidad, sigue dando miedo pronunciar la palabra maldita. Feminismo. Uuuhhh...


Hasta hace poco tiempo a mí también me costaba pronunciarme públicamente sobre estos temas, incluso en entornos familiares o con amigos, pues era excesivo el malestar que me provocaban las reacciones de desprecio y burla de la gente. Me hacían sentir sola en el universo, como si estuviera medio loca, hablando siempre de lo mismo, de "mis feminismos", como si todos los problemas relacionados con el género no le afectasen a nadie más, o no tuvieran importancia. Ante las afirmaciones categóricas de esta gente que todo lo sabe (ya casi no hay machismo, exageradas, lo vuestro son paranoias, estáis obsesionadas, o acomplejadas, las feministas de antes vale pero vosotras...) me sentía desarmada, asustada, frustrada, con ganas de salir corriendo y llorar. Eso es lo que hacemos las mujeres bien enseñadas, ¿no? Callarnos y llorar en un rincón. Y parece ser que algunas están conformes con eso.

Bueno, pues yo no. Yo ya estoy hasta el coño. Me importa un carajo si a alguien le ofenden mis publicaciones con consignas feministas en facebook, mi desprecio hacia los juguetes que enseñan a las niñas a ser frívolas y cursis y a soñar con ser mamás perfectas, mis quejas sobre lo injusto que resulta que tengamos que planificar al dedillo nuestros embarazos para no salir tan mal paradas, o que directamente tengamos que renunciar a nuestars aspiraciones profesionales, que SU apellido vaya delante del mío, que me tengan que explicar todo por si no lo entiendo, que me adjudiquen tareas que no me corresponden, que infravaloren mi trabajo, que me juzguen como madre. A la mierda todo.

Todos sabemos que el mundo es multicolor y que las opiniones son las de cada uno, en base a sus experiencias y visión del mundo. Y, aunque yo tengo mis propias opiniones y gustos personales, cargados de matices y contradicciones, respecto a los debates sobre feminismo me siento cada día más tranquila y segura de mí misma, pues ya puedo hablar desde otro nivel, que es el del conocimiento académico. Está claro que no cualquiera puede hacer un Doctorado, hay que superar numerosos retos y demostrar un dominio del tema sobre el que quieres investigar ante una serie de expertos. Yo en ello estoy, muy centrada en mis cursos y lecturas, orgullosa de mis avances, aprendizajes, publicaciones... Además cuento con el apoyo incondicional de mi tutora, una mujer excepcional que me enseña cosas fascinantes. Así que ahora no me pienso dejar avasallar.

En relación a este tema, me gustaría hacer un inciso. Algunas personas de mi entorno, que tienen unos planteamientos bastante más conservadores que los míos, afirman que está feo "presumir" de los logros personales. Pero mi madre, una mujer muy sabia, me enseñó justo todo lo contrario. Alardear es algo vulgar, en eso estamos de acuerdo, pero saber aplaudirse a una misma es esencial. ¿Por qué debo fingir que no sé de algo, si soy experta? ¿Por qué debo quedarme callada cuando alguien que sabe mucho menos que yo me intenta aleccionar? ¿Por evitar que se ofenda? Por favor, qué estupidez. Si alguien se ofende porque yo sea consciente de mi valor, porque reconozca mis capacidades en voz alta, porque esté orgullosa de mis éxitos, porque argumente y debata con confianza,entonces ese alguien tiene un problema. Me niego a ejercer la falsa humildad, no va conmigo esa moda. Soy plenamente consciente de la inmensa cantidad de cosas que ignoro y que no se me dan bien, y lo que más me gusta en este mundo es aprender, pero sentirme incómoda por demostrar que sé más que otros, eso sí que no. Nuestra experiencia como mujeres nos ha empujado a percibir que nuestra opinión vale menos, a sentirnos insignificantes ante personas que intentan imponer su criterio, aunque en el fondo sean unas mediocres, a no rebatir ideas por no desagradar, por encajar, por gustar. Ya vale. Tenemos que aprender a ser conscientes de todo nuestro poder, y saber reconocerlo. Que no nos de miedo decirnos cosas maravillosas a nosotras mismas y, por supuesto, entre nosotras.

Volviendo al tema; me entraron muchas ganas de compartir estas reflexiones después de una charla muy interesante que tuve el otro día con una amiga. Lo cierto es que me alegra mucho ver cómo el término feminismo, en muchos de mis entornos, está empezando a calar con su acepción más o menos correcta. Llevo varios años teniendo que enviar a algunas personas a consultar el diccionario, incluso a amigos de toda la vida, y es agotador. No obstante, sigue perviviendo esa peligrosa idea de que existen dos tipos de feminismo, el bueno (y aceptable) y el malo (o radical); eso me dijo mi amiga. Yo le comenté que una de las acepciones del adjetivo radical es "relativo a la raíz" y, ciertamente, existe una corriente llamada feminismo radical que sitúa el origen de las desigualdades de género en el patriarcado (más información en Mujeres en Red). Entonces me dijo que ella se refería al feminismo "extremista", y esto es lo que me resultó más interesante. En este sentido, quiero aclarar un tema que aún noto confuso: está claro (¡al fin!) que feminismo y machismo no son términos equivalentes, pues el feminismo no defiende la supremacía de nadie, pero sí podrían considerarse opuestos en el sentido de que el feminismo lucha contra el machismo y se opone a él.

Ahora bien, si establecemos un paralelismo entre machismo y terrorismo, podríamos afirmar que las personas que condenan el terrorismo, que defienden activamente el respeto por los derechos humanos, que están en contra de las guerras, etc., son pacifistas, de la misma forma que las feministas denuncian las violaciones de los derechos de las mujeres, organizan manifestaciones en contra de los asesinatos machistas o escriben duros artículos muy críticos con la sociedad, entre otras cosas. ¿De verdad os parecería algo tan peligroso ser pacifista radical? "Es que todos los extremos son malos". Ya bueno, pues no. Ansiar la paz en el mundo de una forma extrema y tajante no es malo en absoluto, al igual que tampoco lo es desear que cesen los asesinatos machistas, que no se nos asigne desde el nacimiento la responsabilidad sobre el cuidado de la familia y el hogar, que no se nos hipersexualice desde niñas, y un larguísimo etc. Por eso me cuesta tanto entender a las personas que aceptan la existencia del feminismo pero no lo abrazan con todo su ser, no lo defienden, no se informan, incluso temen hablar de ello en público, no sea "que se las tache de feministas". Todos sabemos que el machismo es una lacra social pero ¿de qué sirve condenarlo en petit comité, en tu casa, sin que nadie te oiga? No olvidéis que el silencio es cómplice.