Querida mamá:
hace mucho que no te escribo, total, hablamos a diario. Pero no quería dejar pasar una fecha tan señalada sin hacerte un pequeño homenaje. Esta noche apenas he dormido, me pasa todos los veintes de noviembre desde que moriste. Como sabes, la vida me sonríe, mucha gente me quiere y todo el esfuerzo que he realizado en los últimos 20 años está empezando a dar sus frutos, me siento afortunada y el éxito me acompaña. Pero me resulta muy triste no poder celebrarlo a tu lado. Sigue siendo muy duro, faltas todo el tiempo y no es justo.
Día a día te recordamos en esta casa. Te tenemos muy presente a través de las fotos y todas las historias que vivimos contigo. Olivia sabe que tiene una abuela que se llama Carmen y que está en el cielo, junto a las estrellas. Dice que está deseando visitarte allá arriba, tu existencia le resulta fascinante. Yo le explico que algún día irá, y que os volveréis a encontrar, pero le insisto en que no tenga ninguna prisa.
Una de las anécdotas que más me ha venido a la cabeza en estos últimos meses sucedió el primer verano de Olivia en Biescas, hace ya más de tres años. Recuerdo que estábamos recogiendo la casa
para volver a Zaragoza; las vacaciones llegaban a su fin. Olivia, que
apenas tenía unos 3 meses, estaba tumbada en la cama despierta y feliz.
Tú, sentada a su lado, le acariciabas las manitas y la mirabas con una sonrisa triste. Cuando te
pregunté si estabas bien, me respondiste que te daba muchísima pena que
Olivia no fuese a recordar nada de aquel verano, que había sido sin duda
el mejor de tu vida. Te dije que no fueras tonta, que ya lo
recordaríamos nosotros (habíamos hecho millones de fotos) y que nos quedaba mucha vida por
delante para seguir creando recuerdos felices todos juntos. De verdad, qué melodramática te
ponías a veces...
Saber que los momentos
inolvidables seguirán sucediendo pero no estarás en ellos es muy duro. Es una
grandísima putada. Te eché mucho de menos en la "graduación" de la guarde de Oli, y en su primer día de "cole de mayores". También en sus cumpleaños, que tanto la entusiasman. Y en las fiestas de Navidad o de Halloween (que es su favorita).
Este curso escolar la hemos apuntado a natación. El inmenso orgullo que supone ver a Olivia aprender a nadar sola, sin manguitos, también me provoca una punzada de dolor por tu
ausencia. Sé que es una de las cosas que más ilusión te hacía, verla
chapotear, con lo que adorabas el agua. No es la primera vez que te
digo que mi hija se parece cada día más a ti: es buena, muy inteligente, terca y "dura como el pedernal" (esto lo dice papá), guapísima, con talento para la danza, con pasión por el agua, con un gran corazón.
Te quiero mamá, y te echo de menos.