viernes, 19 de noviembre de 2010

Sobre mi casa

Hoy es el último día que paso en mi casa. Había imaginado este momento cientos de veces; qué bien nos engañan las películas, a la hora de la verdad la vida es mucho más sosa. No hay despedidas apasionadas, ni música de fondo, ni planos detalle de los rincones más emotivos, ni por supuesto flashbacks de los momentos entrañables aquí vividos.

Ahora me dirijo hacia la cocina y examino los detalles que tanto he aborrecido y que, aunque parezca absurdo, a mi manera los voy a echar de menos. A fin de cuentas es mi primera casa (que no mi primer piso). Llevo más de tres años quejándome de las paredes desconchadas, los muebles viejos y feos, la cocina pequeña y destartalada, el grifo que gotea, los enchufes sueltos, la ducha sin fuelle, la falta de espacio... Sé que el cambio va a ser a mucho mejor, eso sin duda, pero nunca olvidaré los llantos y las risas a partes iguales que estos desperfectos me han provocado. Nunca olvidaré lo feliz que he sido aquí, y todo gracias a la gente que ha compartido conmigo este lugar tan especial.

Todo comenzó una noche de julio, con mi padre y la fatídica anécdota de la bicha. Esa noche sí que reí y y lloré como una histérica. Fue una entrada por todo lo alto, con Ahmed subiendo cajas y más cajas y una bicicleta estática. Después, con Laura y las vecinas vinieron las jornadas de bricomanía, decoración, chapa y pintura. Varios viajes al Ikea y cientos de llamadas surrealistas con gritos y cabreos para dar de alta Internet. Conocimos el barrio, a nuestros pintorescos vecinos y decidimos ampliar la familia con dos lindos gatitos. Los amigos entraban y salían como en un hostal. Cenas, cervezas, películas, juegos de mesa, noches que acaban de día, rolletes y algún que otro romance. David le cogió tanto cariño a la casa que decidió venir para quedarse.

La casa dio un giro hacia la edad adulta. Aunque tenemos cientos de juguetes y muñequitos, incorporamos al dormitorio una cama de matrimonio. La primera de nuestras vidas. Qué risa nos daba esa palabra. Bajo este techo hemos vivido momentos inolvidables y, sobre todo, hemos soñado despiertos, hemos imaginando el maravilloso futuro que nos espera juntos, haciendo planes y tomando decisiones, la última de las cuales nos ha llevado a clausurar esta etapa. Hoy es mi último día aquí.

Tengo dos maletas enormes abiertas pero vacías. No sé ni por dónde empezar. En principio sólo debería llevarme lo imprescindible, a fin de cuentas en casa de mis padres tengo todo lo necesario y el terrorífico momento de la mudanza ya llegará. Prefiero no pensar en ello todavía porque me dan los siete males. Así que supongo que sólo meteré ropa, bolsos y zapatos. Si todo sale bien, la mudanza será pronto, y yo ya no volveré por aquí. Solo para meter cosas en cajas. Supongo que para David tiene que ser más triste, a fin de cuentas se queda aquí solo esperando la señal para partir. Ayer le preparé varios guisos y los guardé en el congelador, siento que sobre mí recae la responsabilidad de su buena alimentación, aunque me encuentre a 300 kilómetros. Y sigo sintiendo que me olvido de algo importante. Bueno, no será tan importante.

El lunes tengo una entrevista y estoy muy nerviosa. Quiero hacer las cosas bien. Sé que soy capaz, y además ya me va tocando un pequeño golpe de suerte. En cuanto encuentre un trabajo sé que todo irá a mejor. La casita nueva, la familia cerca y los amigos de toda la vida. Espero que los de fuera os animéis a visitarnos. Ya sabéis que las puertas de mi casa siempre van a estar abiertas.

Madrid, fuiste la ciudad de mis sueños y te voy a echar mucho de menos. Vine aquí hace más de 9 años con una maleta repleta de ilusión. Ahora me voy con un chico maravilloso y todo un mundo de sueños nuevos junto a él.

3 comentarios:

  1. La verdad es que siento las mismas cosas que tu, me va a quedar como un vacío. Madrid ha sido una etapa clave en mi vida, sobre todo esta última parte contigo en Torrelaguna. Ahora lo que más me preocupa es que la fase de transición a la nueva etapa sea lo más corta posible, para que estemos juntos de nuevo pronto.

    Yo también voy a echar de menos esos desperfectos de la casa, el salto de obstáculos para tender la ropa, el sokoban del salón para reordenar los muebles cada vez que venían visitas, el ámbar del extractor de la cocina... todos esos son y serán recuerdos de una etapa en la que hemos sido muy felices, aunque son solo el prólogo de toda la historia que nos queda por vivir, que será mucho mejor ^^

    Te quiero y te voy a echar de menos, pero estaremos juntos pronto :-)

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  2. Mucha suerte en todo lo que os propongais, parejita, estoy seguro de que la vida os va a sonreir ampliamente, los dos lo mereceis.
    Un abrazo a los dos y mucho animo y felicidad en esta nueva etapa de vuestras vidas.
    Con cariño desde Las Palmas, Silvia

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