viernes, 18 de noviembre de 2011

Santa Isabel de Hungría

Ayer fue mi santo. De niña siempre lo celebrábamos con una fiesta y regalos, pero con los años el evento se ha moderado. Mi mamá me preparó una de mis comidas favoritas y hemos quedado para ir de compras la semana que viene. Anoche recordé que hace un tiempo escribí algo sobre el tema y me ha apetecido rescatarlo, por eso de que el saber no ocupa lugar. Es una bonita historia :-)


Santa Isabel de Hungría

17/11/07

Hoy se celebra el VIII aniversario del nacimiento de Santa Isabel, princesa de Hungría, hija del rey Andrés II y de Gertrudis de Andechs-Merano. Según la tradición húngara, nació en el castillo de Sárospatak, uno de los preferidos por la familia real, al norte de Hungría, en el año 1207.

Isabel, a los 15 años, fue dada en matrimonio por su padre, el Rey de Hungría, al príncipe Luis VI de Turingia. El matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día: "Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿cuánto más debiera amarte a Ti?". Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones de Isabel. Ella repartía a los pobres todo cuanto encontraba en su casa. Su esposo respondía a los que criticaban: "Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros".

Cuando apenas tenía veinte años y con su hijo menor recién nacido, su esposo, que era Cruzado, murió en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas de matrimonio y decidió entonces vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.

El sucesor de su marido la desterró del castillo y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.

Con tan solo 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad.

Su vida ha sido entretejida de leyendas, fruto de la veneración, de la admiración y de la fantasía, que plasman facetas importantes de su personalidad. Entre muchas otras, me fascina la siguiente:

“No faltó quien acusó a la princesa ante su esposo de estar dilapidando los caudales públicos y dejando exhaustos los graneros y almacenes. Luis quería a su esposa con delirio, pero no pudo resistir el acoso de sus súbditos y les pidió una prueba de su acusación.

- Espera un poco - le dijeron - y verás salir a tu señora con el bolsillo lleno.

Efectivamente, poco tuvo que esperar el príncipe para ver a su mujer que salía, como a hurtadillas, de palacio, cerrando cautelosamente la puerta. Violentamente la detuvo y la preguntó con dureza:

- ¿Qué llevas en la falda?

- Nada... son rosas - contestó Isabel tratando de disculparse, sin recordar que estaba en pleno invierno-.

Y, al extender el delantal, rosas eran y no mendrugos de pan lo que Isabel llevaba, porque el Señor quiso salir fiador de la palabra de su sierva.”

Un besico enorme a mis papás.

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