lunes, 26 de septiembre de 2011

Sobre los lunes al sol

Si todo sale según lo planeado, este será mi último Lunes al Sol en mucho tiempo. Si no tenemos en cuenta los cursos y otro tipo de obligaciones que me han ido surgiendo durante este año, la cifra de lunes asciende a la friolera de 64, lunes arriba, lunes abajo, esto es, 15 meses en paro. Y sin cobrar prestación.

Hace meses, cuando pensaba en los datos del párrafo anterior sentía vergüenza. Todo ese tiempo sin cobrar, sin cotizar, dependiendo de la gente que me quiere para salir adelante, viviendo otra vez del dinero de mis padres. Horas y horas en casa, "sin hacer nada" a ojos de los demás, teniendo que aguantar comentarios del estilo de "qué suerte tienes que no madrugas" o "qué envidia me da todo el tiempo libre del que disfrutas".

Pero ya estoy harta. Ni es suerte, ni lo disfruto. No os podéis ni imaginar lo dañino que resulta vivir siempre a la espera de la llamada, del acontecimiento, del anuncio. Siempre dependiendo de alguien. Siempre sintiendo que te observan y que te juzgan. Sufriendo por pensar que cada decisión que tomas es la más importante de tu vida, y que cada error puede resultar muy caro, o irreparable. Por no hablar de los comentarios de la gente. Seguro que la inmensa mayoría lo hace sin maldad, pero desde luego también sin empatía. Y resulta demasiado cansino. Si no eres fuerte, puedes acabar pensando que todo el mundo tiene la respuesta correcta, la decisión perfecta, la idea del año. Todo el mundo menos tú, claro. Y no es así.

Sesenta y pico lunes al sol. Y la culpa no es mía. No me gusta utilizar expresiones como "los de siempre", "los de arriba" o "la culpa de todo la tiene la crisis". Porque sabéis perfectamente a qué me refiero. No me da la gana aferrarme a la culpabilidad, no me creo todo lo que cuentan en la tele. Los anuncios con ofertas de trabajo piden imposibles a cambio de limosnas. Pretenden hacernos creer que no estamos preparados, que siempre va a haber alguien con más diplomas que nos lo va a quitar todo, o con menos dignidad que es capaz de cualquier cosa. No podemos contagiarnos de pesimismo con esas ideas absurdas, porque nosotros podemos con todo lo que nos pongan delante. Y con más.

Lo llevo hablando desde hace meses con gente de confianza, a la que quiero y agradezco mucho su apoyo. Ha llegado la hora de reinventarnos, de sacar lo mejor de nosotros, de echarle morro a la vida, de pisar con fuerza. Después de muchos años de estudios y cursos, de prácticas, de trabajos de lo más variopinto... resulta que he encontrado un trabajo que me fascina y estoy segura de que me va a hacer feliz. No son muchas horas, pero por algo se empieza. Ahora mismo estoy nerviosa con los preparativos, quiero que todo salga perfecto desde el primer día. También estoy impaciente, no sólo tengo ganas de empezar, sino también de que se convierta en rutinario. Quiero ser feliz cada día, quiero una vida tranquila con mis obligaciones, con mis ratos libres y con mi gente. Quiero salir adelante con la cabeza bien alta.

Cuando se vaya acercando la fecha os daré más detalles, que no quiero que nada se chafe ;-)

A los que habéis estado ahí todo este tiempo: GRACIAS por todo, os quiero mucho, no sé qué haría sin vosotros. Seguid ahí, porfa.

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