El verano es fascinante porque todo brilla más. Los días son largos, la ropa es escasa y nosotros somos más libres, más salvajes. En verano todo está bien. Los bosques, la arena de la playa, el sol coloreando nuestra piel, las terrazas, los helados... Los problemas se quedan aparcados, pequeñitos, camuflados por las buenas sensaciones de todo lo que nos rodea. Si algo te inquieta, te tiras al agua y se lo llevan las olas.
Ayer el verano nos dijo hasta pronto. Y este año he decidido no ponerme triste por su marcha, ni dejarme contagiar por la nostalgia del otoño. Va a ser un buen curso. Tengo planes, proyectos pequeñitos y mucha ilusión. Las malas rachas no duran para siempre. Espero que todos sintáis lo mismo que yo. Ya nos lo dicen los del Ikea, está todo mal, y por eso mismo, vamos a montar una fiesta :-)
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