martes, 20 de junio de 2017

Querida mamá: siete meses

Querida mamá:

Ya está aquí el verano. Como bien sabes, es mi época favorita del año. Los días son largos y luminosos, hace calor, llevamos poca ropa, una cerveza pega a cualquier hora y, además, es tiempo de playa y de subir al pueblo. A tus queridos montes.

El pasado fin de semana llevamos a tu madre a Canfranc. Todos los años recibe este día con mucho entusiasmo: está deseando reencontrarse con las amigas y vivir su vida, con sus historias y sus recuerdos. Y a nosotros nos encanta acompañarla. Pero esta vez ya no fue igual. Solo fue parecido. Comimos migas y conejo en el Universo, como siempre. Echamos una siesta y dimos un paseo por la Estación. Todo sigue en el mismo sitio, año tras año. Los edificios, el río, los árboles, las personas, la plaza donde jugabas de niña (y donde jugué yo después). ¡Qué feliz has sido en este pueblo! Pero ahora tu ausencia pesa demasiado, se siente en cada rincón. Canfranc sin ti está hueco. Es como una vieja postal descolorida. Un cascarón. Te echamos mucho de menos.

Tú nunca creíste en la reencarnación, pero en numerosas ocasiones me confesaste que, si pudieras vivir una segunda vida, elegirías ser una rana pirenaica y habitar en un bonito ibón. Yo tampoco creo en segundas vidas, pero sé que cuando subo a los montes y hablo con ellos, tú estás por ahí, feliz, en paz, en tu paraíso. En tus raíces.

Olivia cada día se parece más a ti, es un espíritu libre, un ser acuático y silvestre. Me desconsuela que no podáis daros la mano y compartir tiempo juntas, pero me esforzaré por ser un puente entre vosotras, y sé que llegará el día en el que te querrá tanto como yo te quiero. Eres maravillosa.

La casa que te vio nacer

Disfrutando con tu nieta en la piscina


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