miércoles, 15 de mayo de 2013

Sobre los paradigmas de la educación

Como últimamente mi vida gira en torno al máster, me cuesta desconectar y pensar en otras cosas. En julio la vida tendrá otro color, y os contaré bonitas historias, pero hoy, sumida en plena vorágine de fin de curso, con trabajos, exposiciones, exámenes y demás lindezas, me voy a permitir la licencia de colgar y comentar un vídeo que ya subí hace un tiempo. Seguro que el vídeo lo habéis visto todos cien veces, lleva años dando la vuelta al mundo, pero mi visión ya no es la misma. Ahora me resulta mucho más interesante, y por eso quiero volver a compartirlo con vosotros.

Por mucho que los compañeros y yo bufemos al salir de clase, al final reconoceremos que sí, que hemos aprendido muchas cosas. Esta reflexión sobre el vídeo la entregué como parte de un portafolio de asignatura y a mi profesora y le encantó.

Cambiando los paradigmas de la educación - Sir Ken Robinson



En este vídeo, Sir Ken Robinson explica que muchos países están reformando su educación pública por dos motivos: la economía y la cultura. El sistema educativo busca formar a los estudiantes para que puedan incorporarse al sistema laboral de manera satisfactoria sin perder su identidad cultural.

Sir Ken Robinson critica que el sistema educativo actual sigue basándose en las premisas de una era diferente, la de la Ilustración y la Revolución Industrial, que diferenciaba a las personas en base a su capacidad académica. La terrible consecuencia de esta creencia es que muchas personas brillantes no tienen aspiraciones académicas al no sentirse capaces de llegar más lejos, viéndose desplazadas hacia unos trabajos que requieren poca cualificación y en los cuales las posibilidades de promoción son más limitadas, anulando así la opción a la movilidad social.

Por otra parte, hace alusión a la cantidad de estímulos que reciben hoy en día los estudiantes. Viven en una sociedad que los bombardea de información, rodeados de dispositivos que acaparan su atención y, sin embargo, en las aulas se les exige concentración en unas dinámicas y en unos contenidos que no despiertan su interés. Eso provoca que muchos alumnos sean diagnosticados con el Síndrome de Déficit de Atención, cuando sólo un minúsculo porcentaje de ellos realmente lo tiene, haciéndoles pasar por el sistema educativo de puntillas, adormilados, anestesiados, sin disfrutar plenamente de la experiencia educativa.

El autor afirma que el sistema educativo actual está modelado según las necesidades de la industria y que, de hecho, está estructurado como una fábrica, con horarios y timbres, separación de materias, agrupación de alumnos en función de su edad, y no de su desarrollo psicosocial o madurez, etc., sin tener en cuenta la diversidad del alumnado y las capacidades o necesidades individuales.

Por eso considera imprescindible una renovación del sistema educativo, un cambio de paradigma, que fundamente la educación en el desarrollo del pensamiento divergente: que los estudiantes sean capaces de encontrar diversas soluciones o respuestas a un problema planteado, y no solo una, la que les enseñan en la escuela. Robinson afirma que mediante un estudio que llevó a cabo a lo largo de décadas, quedó demostrado que todas las personas tenemos la capacidad para desarrollar este tipo de pensamiento, pero que la estandarización de la educación nos conduce a pensar que sólo hay una respuesta correcta, anulando nuestra capacidad de pensar de manera divergente.

Por último, el hecho de atomizar a las personas empobrece la experiencia educativa. Los alumnos y alumnas rinden mejor y desarrollan mejor sus capacidades cuando trabajan en colaboración con otras personas, cuando además de lo académico entra en juego la interacción social.

Reflexión:

Uno de los principales problemas con los que nos encontramos a la hora de educar es la falta de motivación por parte del alumnado, que no ve la utilidad en lo que aprende, ni cree en la clásica premisa de que, cuanto más se estudia, mejor posición laboral y social se podrá obtener, lo cual no deja de ser comprensible dada la situación de crisis en la que nos encontramos.

No se trata sólo de una crisis económica, sino también de valores. Es por tanto una crisis estructural que afecta a todos los ámbitos de la vida de las personas.

Considero que el hecho de regular la enseñanza facilita la adquisición de una serie de conocimientos y habilidades por parte del alumnado de una manera homogénea, garantizando unos mínimos para todos los estudiantes. Esto en principio no es algo negativo, ya que favorece la igualdad de oportunidades, pero siempre y cuando hagamos un esfuerzo por atender a la diversidad de nuestras aulas. Ni todos los alumnos ni todos los grupos son iguales, así que los docentes tendremos que ser capaces de adaptar el proceso educativo a las necesidades particulares de cada uno. Los profesores debemos conocer los intereses de nuestros alumnos y alumnas, así como sus conocimientos previos, para que el aprendizaje sea realmente significativo, útil y duradero.

Además, nuestro sistema educativo actual ya no está basado en el sistema de copiar y memorizar, como sucedía hace no muchos años. Ahora en los centros se busca que los niños y niñas tengan ilusión por aprender, que disfruten de la estancia en el colegio, que aprendan a hacer cosas por sí mismos, que sean creativos y autónomos y que todo el proceso de enseñanza-aprendizaje tenga repercusión en su futuro.

Por eso debemos potenciar sus mejores cualidades, estimularlos y motivarlos, para sacar lo mejor de cada uno. No se trata sólo de formar al alumnado en determinado campo académico; se trata de orientar a nuestros estudiantes para que se desarrollen como personas independientes, maduras, tolerantes, con espíritu crítico; de dotarlos de herramientas para que sepan desenvolverse en la vida de manera satisfactoria y puedan alcanzar el éxito.

Por último, considero de vital importancia favorecer el clima de aula, establecer relaciones positivas y motivar a los alumnos y alumnas, ya que ellos son los completos protagonistas de su aprendizaje.

Deben estar realmente interesados en adquirir conocimientos y dispuestos a asumir la responsabilidad y el esfuerzo que el aprendizaje conlleva.

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