martes, 20 de abril de 2010

Sonrisa telefónica

Es uno de los conceptos más importantes en los cursillos de tele-marketing. Además de resolver la cuestión planteada por el que llama, hay que tener dotes interpretativas para que el llamante, aunque no te vea, sepa que le estás sonriendo constantemente. Cordialidad, gracias, por favor, es usted muy amable, que tenga un buen día, sonrisa profident.

Esta mañana me llamó una abuelita, gallega y bastante sorda, que no sabía por dónde le daba el aire. El marido, detrás de ella, le chivaba algunas respuestas. Estaba pidiendo una cita pero no sabía ni para qué. "¡Pues como todos los años, hija!". Dan por supuesto que nos sabemos su vida entera, claro que sí. Como las octogenarias me parecen tan entrañables, sobre todo las sordas y gallegas, me esforcé muchísimo por ser amable, resumirle las preguntas del cuestionario y darle la información despacito sonriendo constantemente. En unos 8 minutos tenía concertada su cita donde y cuando ella quería.

Nosotras no podemos colgar, tenemos que esperar a que cuelgue el llamante. Pero la adorable abuelita no debió darle al botón correcto; dejó el teléfono sobre la mesa y le dijo al marido:

"¡¡Hay que ver!! ¡Qué pesada! Que si dame el "de-ene-i", que si un justificante de no-se-qué, venga con las preguntas... ¡Y encima la cita me la ha dado en mayo! ¡Será posible! Bla, bla, bla... (juramentos a voz en grito en gallego que no fui capaz de entender)".

Sigo adorando a las abuelitas octogenarias, pero hay que reconocer que algunas son unas BRUJAS.

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